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Cuando el Cine y la Teología se encuentran

Publicado: 2011-12-03

Vida y muerte. Origen y final. Hay preguntas que uno empieza a hacerse desde que es niño y que al pasar de los años sigue haciéndose sin obtener una respuesta satisfactoria. ¿Cuándo y cómo se origina el cosmos, la vida? ¿Qué pasa cuando la vida termina, a dónde vamos? Son tantas las preguntas y tan poco lo que podemos decir al respecto. Y no porque a lo largo de nuestra historia no lo hayamos intentado. Desde los primeros filósofos y su búsqueda por el arché de las cosas, hasta los científicos y sus teorías del Big Bang que no dejan de ser hipótesis, pasando por los autores de la Biblia y sus relatos de la creación inspirados en tradiciones mesopotámicas, cada ser humano, cada cultura ha tratado de explicar cómo se origina todo y en qué termina todo.

Sin embargo es tan poco lo que podemos afirmar con plena certeza, que no nos queda más que aplicar la famosa proposición 7 del Tractatus lógico-philosophicus de Wittgenstein: “Sobre lo que no podemos hablar debemos guardar silencio”. O como dijo Heráclito allá por el siglo V antes de Cristo en el fragmento 93: “El Señor, cuyo oráculo está en Delfos, no dice ni oculta, sino indica por medio de signos”. Cuando hablamos de la vida y la muerte, del origen y el final, nos encontramos frente al misterio de lo que significa nuestra existencia. Y no nos queda más que hacer silencio, reconocer los signos y mantener una actitud de sorpresa frente al misterio de la vida.

Y donde las palabras sobran, quizás las imágenes puedan encontrar su lugar. Una muestra de ello la podemos encontrar en la película “The Tree of Life” de Terrence Malick, que desde el cine nos puede ayudar a dejarnos tocar por el misterio de la vida. Seguir leyendo en del Dios desconocido


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